martes, mayo 03, 2005

el grito

No sé si tiene algo que ver con esto, pero de todas formas me parece interesante.

He leído en el ABC del viernes (lo confieso) que en Noruega ya temen que las dos famosísimas obras de Munch "El grito" y "La Madonna" hayan sido quemadas por los ladrones, para no dejar rastro de sus fechorías... Esta noticia, o este rumor, ha sido seguido de la escalada de lamentaciones de rigor. Digo "escalada" porque, no sé si os habéis fijado, pero ahora, cuando alguien dice "Es una pena", la siguiente persona debe decir "Es una tragedia", la siguiente dirá "Es una catástrofe" y, si dejamos hablar a alguien más, dirá "Es el fin del mundo"...

Bueno, el caso es que desde todas partes se lamenta infinitamente la pérdida de estas "obras maestras" (no sé muy bien qué es eso, pero sigamos). Y yo -que quizá no tengo nada mejor que hacer, ya ves- me pregunto porqué. ¿Por qué damos tanto valor a una imagen que ha sido cienmil veces repetida, que todos conservamos en la retina, y que podemos volver a ver siempre que queramos con un solo golpe de google? Si me apuras, puedo bajar a los chinos un momento y comprarme un póster a tamaño real para adornar mi cuarto.

Tenemos la capacidad de reproducir imágenes, e información en general, con una fidelidad y una facilidad nunca soñadas; pero seguimos aferrándonos al "original", que puede estar incluso más deteriorado que cualquiera de sus copias... Hay gente que paga auténticas fortunas para poseer y coleccionar esos pedazos de tela pintados. Los gobiernos se gastan otro tanto para evitar que esos pedazos de tela pintada sean robados. Y estos dos factores dan razones suficientes para que las mafias se estrujen los sesos para robar esas mismas telas pintadas. Viajamos cientos de kilómetros a países extraños y no se nos ocurre nada mejor que visitar sus colecciones privadas de originales telas pintadas. Muchas veces pagamos entradas carísimas para ver imágenes que podríamos ver desde casa si nos diera la gana. En Bilbao, mi ciudad, hay un museo de reproducciones artísticas: las obras más famosas del arte mundial están allí reproducidas hasta el detalle más ínfimo. Pero no las visita nadie, porque no son "originales". Yo mismo, cuando visité este museo en una excursión de mi colegio, no valoré aquellas "copias" que, siendo exactamente iguales, parecían poquita cosa. ¿Por qué? ¿Somos adictos al fetiche?

No niego el valor de esa imagen de "El grito", una imagen que entra por los ojos un día de nuestras vidas y se queda dentro para siempre; una imagen que es, o puede ser, símbolo de muchas cosas... Pero no creo que el mérito de Munch fuera pintar esa imagen en ESE lienzo. El mérito consiste en la creación de la imagen misma, independientemente de su soporte. Y creo que es una perversión curiosamente extendida (ni yo me salvo) trasladar el valor de la imagen a su soporte físico.

Con esto del nosécuántos aniversario del Quijote (no os preocupéis: dentro de poco celebraremos el nosécuántosmásequis) hemos visto en la tele muestras similares de veneración hacia viejos tochos amarillentos, los ejemplares de la primera edición de esta "obra cumbre" (otra expresión interesante). Preciosamente encuadernados, eso sí, deliciosamente miniados quizá... en suma divinos... Pero no los lee ni el segurata que pasa con ellos toda la jornada. ¿Y para qué sirve un libro que no se lee? ¿Para qué sirve bajo una vitrina? La edición de bolsillo que duerme bajo el polvo en mi estantería tampoco justifica su existencia de esa manera... pero no necesita vitrina, ni segurata, ni homenaje, ni fotos con el rey, ni mantenimiento de la humedad y temperatura en la estancia, ni...

christian

1 comentario:

Eduardo dijo...

Interesante reflexión sobre el arte e interesante fenómeno este de los cuadros de Munch... si no los hubieran destrozado...¿Habrían sido tan conocidos?
Para mí el precio del arte es un fenómeno completamente diferente, cumple una misión de almacenamiento de gran cantidad de capital...algo así como ¿que puede comprar bill gates con tropemil millones de dólares? una obra de arte...