lunes, mayo 23, 2005

Os cuento de qué va a tratar mi exposición del próximo jueves, día 26 de mayo. He escrito este texto de un tirón y no lo he revisado, así que no os asustéis si lo veis muy oscuro: el jueves quedará más claro.

1.- Cuestiones previas

Cuando se trata de hablar de clases de palabras, lo primero es tener claro el concepto de “palabra”. Sin embargo, aunque tendríamos pocos problemas o ninguno para determinar si algo es una palabra o no, no disponemos de una definición precisa de “palabra”. Esto, por otra parte, no es una cuestión dramática, teniendo en cuenta las dificultades que nos encontramos a la hora de definir cualquier cosa.

Otra cuestión previa es la terminológica. Se han usado muchos términos para referirse a las clases de palabras: categorías gramaticales, categorías léxicas, partes de la oración, partes del discurso, etc. Personalmente, yo prefiero el término llano “clases de palabras”, porque me parece que es menos problemático y más claro que los demás. “Categorías gramaticales” conduce a equívoco con cosas como el género o el tiempo. “Partes de la oración” ha sido un término de arraigo en la tradición, pero que hoy es bastante ambiguo, porque por “partes de la oración” solemos entender las unidades sintagmáticas que la forman... En la Antigüedad, por “partes de la oración” se entendía algo así como “partes del discurso”: unidades sensibles de formar parte de una oración. Por eso después se empezó a usar “partes del discurso”, para desambiguar. Por lo demás, a mí el término “categoría” me parece demasiado rimbombante, por eso prefiero hablar de “clases de palabras”, “tipos de palabras”, etc.

Las clases de palabras han constituido un tema capital de reflexión lingüística durante los últimos 2000 años. Una lista de unas siete u ocho clases se ha transmitido, con leves cambios, de un gramático a otro, desde Aristarco (s. II a.C.) hasta hoy. Esta lista suele incluir los siguientes elementos: verbo, sustantivo, adjetivo, adverbio, pronombre, preposición, conjunción, (interjección).

Desde mi punto de vista, la primera pregunta que uno debe hacerse sobre las clases de palabras es: ¿Buscamos una lista universal de clases de palabras, o sólo nos interesamos por las clases de palabras del español...?

2.- Criterios

Cuando en la Universidad se nos presentan los diferentes criterios lingüísticos empleados a lo largo de la historia, generalmente se nos ofrece una visión bastante “partidaria”: El criterio sintáctico-funcional-comportamental es el bueno, el legítimo, el único “científico”. El criterio semántico es una especie de lacra, una tara, un lastre que arrastra la lingüística precientífica. Y al criterio morfológico se le mira con cierta indulgencia, reconociendo su valor estrictamente formal, pero achacándole demasiado apego a la particularidad de una lengua, poca vocación de universalidad... Yo sospecho que los criterios lingüísticos posibles no son sólo estos tres, y sobre todo que no es apropiado entenderlos como “buenos” y “malos”.

2.1.- Criterios morfológicos

Los criterios morfológicos más aplicados a las clases de palabras han sido dos: las marcas flexivas (palabras variables dentro de un paradigma – palabras invariables), y la tonicidad e independencia sintáctica (clíticos – no clíticos).

El criterio de la flexión tiene algunos problemas: (i) No hay una uniformidad plena a este respecto entre todos los miembros de todas las clases (pronombres sin flexión, determinantes sin género y con número, pronombres con número y sin género...). Además, (ii) depende totalmente de la lengua particular que se examine.

2.2.- Criterios semánticos

Hay dos tipos de criterios semánticos: inherentes y relacionales. Los criterios semánticos inherentes se basan en la idea de que la gramática debería reflejar la misma organización que “observamos” en la realidad: objetos, propiedades, relaciones, acciones, procesos... Los criterios semánticos relacionales son los que hacen afirmaciones del tipo “el adjetivo modifica el significado del sustantivo”, o “el sujeto completa la información del verbo”...

El problema fundamental de la clasificación nocional de las palabras es que aproximadamente un 20% de los casos se le escapan. Alguien dijo que si los verbos son palabras que significan 'acción', entonces "acción" es el más prototípico de entre los verbos. Además, las mismas nociones empleadas para la clasificación son bastante etéreas, lo que significa que no se dejan definir fácilmente, aunque ya hemos dicho que, más allá de una mesa y una silla, las cosas no suelen dejarse definir.

En cuanto al criterio semántico relacional, tenemos el problema de la escasa concreción de conceptos como “modifica” o “complementa”.

Ignacio Bosque sugiere que también es posible entender de otra manera el punto de vista semántico para la clasificación de las palabras: Podemos tener en cuenta cosas como la “capacidad referidora”, la “capacidad de ser predicado”, la “capacidad de ser cuantificador”, la “posesión de argumentos”, etc. Se le puede preguntar a Bosque, en este punto, si no serían sintácticos la mayoría de estos argumentos.

La gramática moderna suele postular muchas veces una absoluta arbitrariedad en la relación entre significados y categorías. Sin embargo, la idea de que una clase de palabras lleva un concepto asociado no es disparatada. La pregunta que parece más interesante en este punto es: ¿Qué tipo de nociones suelen reflejar las lenguas del mundo mediante las diferentes clases léxicas? Hay bastante coincidencia, por ejemplo, sobre los conceptos que codifica un adjetivo en las diferentes lenguas del mundo: dimensiones, color, edad, valor, posición, velocidad...

2.3.- Criterios sintácticos

Hay fundamentalmente dos tendencias: la distribucionalista y la funcionalista.

El distribucionalismo identifica las clases de palabras por el entorno en el que aparecen. El funcionalismo define las clases de palabras por las funciones que pueden realizar en la oración. El distribucionalismo se reduce demasiado a la linealidad, obviando la estructura, y tiene serias limitaciones semánticas. En el funcionalismo tienden a identificarse clases de palabras y funciones, sin que haya un acuerdo general sobre la naturaleza de la relación entre estos dos conceptos.

3.- Clasificaciones más asentadas

Según I. Bosque, son las siguientes:

a) Categorías variables / invariables (flexión).

b) Series abiertas / cerradas.

c) Categorías llenas / vacías (contenido semántico).

d) Categorías mayores / menores (capacidad para tener complementos).

Como vemos, estas clasificaciones no son muy exhaustivas, pero a cambio ofrecen bastante rigor.

4.- Problemas generales

La clasificación de las palabras se enfrenta a una serie de problemas de solución difícil, que normalmente pasa por una decisión arbitraria:

El primero y quizá el más importante es el de la mezcla de criterios. Es la eterna crítica que ha soportado la gramática tradicional. Se supone que una clasificación de cosas pivota sobre un determinado criterio. La clasificación tradicional de las palabras se ha caracterizado por recurrir a los argumentos más a mano, sin escrúpulos sobre la naturaleza sintáctica, morfológica o semántica de éstos. Por eso el sustantivo y el verbo se han definido tantas veces aludiendo a las “sustancias” y a las “acciones”, mientras que para definir el adjetivo y la preposición hubo que hacer referencia a conceptos más relacionales (“modifica a...”).

Otro problema es la divergencia de elementos respecto del grupo contenedor. En estos casos, la decisión de formar un subgrupo o un nuevo grupo es de carácter arbitrario y depende de la opinión más o menos razonada del gramático.

Otro problema es que, con ánimo de postular tan pocas clases como sea posible, se crean superclases poco útiles, como la del adverbio.

Seguramente muchos de los problemas de las clasificaciones de palabras se deben a la voluntad de justificar científicamente una lista de clases preconcebida, heredada, que no se quiere modificar. Es decir, que no intentamos averiguar qué clases de palabras existen, sino que buscamos argumentos para mantener la lista que hemos heredado.

Otro principio de inmovilismo en esta materia es una cierta fusión entre los conceptos de “categoría cognitiva” y de “clase de palabras”. Nos tienta la idea de que las palabras se repartan en las mismas clases que los conceptos con los que percibimos y pensamos.

5.- El esperanto

La primera pregunta que se haría cualquiera es: ¿Qué tiene que ver el esperanto en todo esto? Explicaré que interés creo que tiene el esperanto para la lingüística en general. No es posible crear una lengua artificial como el esperanto sin una teoría sobre el lenguaje, ya sea explícita o implícita. La puesta en práctica de una lengua como ésta constituye un experimento empírico, que puede contribuir a refutar unos principios teóricos.

El esperanto es, tipológicamente, una lengua indoeuropea. Es de tipo aglutinante, aunque tiene algunos rasgos aislantes. El orden de los constituyentes de la oración es libre, pero el más frecuente es SVO. Es una lengua preposicional y de orden adjetivo-nombre. Es una lengua nominativo-acusativa, como la mayoría de las lenguas indoeuropeas, y marca morfológicamente el acusativo. En el plano fonológico, tiene cinco vocales, con tres niveles de apertura: /i, e, a, o, u/ (como el español). El esperanto proscribe los alófonos y los alomorfos, estableciendo una correspondencia biunívoca fono-fonema y morfo-morfema. Su ortografía aplica estrictamente el principio fonémico.

La gramática del esperanto es un esqueleto de gramática. Cuando uno aprende esperanto, aprende vocabulario y morfología, pero nunca estudia sintaxis. La gramática del esperanto está llena de huecos, que el hablante rellena según su propia intuición y competencia. Se puede afirmar que el esqueleto del esperanto se rellena con gramática indoeuropea, sobre todo románica-germánica.

El esperanto tiene una morfología flexiva y una morfología derivativa. La morfología derivativa se ocupa del género (que, propiamente, no es una categoría gramatical en esperanto), de la peyoración y la melioración, del aumentantivo y el diminutivo, de conceptos como ‘conjunto’, ‘parte’, ‘posibilidad’, ‘profesión’, etc. La morfología flexiva, que es la que nos interesa ahora, codifica categorías gramaticales como el número, el caso, el tiempo, la voz... Y, sobre todo, distingue las clases de palabras.

En esperanto, cualquier raíz léxica puede recibir cualquiera de los siguientes morfemas: -o, -a, -e, -as. Si recibe una -o, entonces es un sustantivo. Si, por el contrario, recibe una -a, entonces es un adjetivo. Si a la raíz se acopla una -e, entonces es un adverbio. Si la raíz recibe la terminación -as, entonces es un verbo (en presente). ¿Y qué determina que una raíz reciba una terminación u otra? Su función en la oración. (Aunque esta explicación no la reciben explícitamente los sujetos que aprenden esperanto, ni falta que les hace para aprender a hablarlo.) Esto implica que las raíces léxicas no pertenecen a una clase de palabras por el tipo de noción que representan, lo que invalida las definiciones semánticas de las clases de palabras (por lo menos en esperanto).

Ahora bien, en la práctica yo mismo he constatado que cada raíz léxica se adscribe a una clase de palabras por defecto, y que no se realiza con igual facilidad en cualquier clase de palabras. Es decir, que la raíz para ‘libro’ no se realiza tan fácilmente como verbo (‘librear’, ‘ser libro’, ‘ser/hacer a la manera de un libro’) que como sustantivo (‘libro’), aunque ambas realizaciones son posibles. Hace un par de años hice un pequeño sondeo estadístico entre 26 hablantes de esperanto. Obtuve unos datos que confirmaban esa observación, que no deja de ser bastante obvia, pero tiene consecuencias interesantes.

Parece que la “categorización” de una raíz en esperanto depende de factores no sólo sintácticos, sino también nocionales. Éstos vendrían a restringir las posibilidades de actuación de aquéllos. En una definición completa de las clases de palabras en esperanto sería necesario incluir esta información nocional.

Por otra parte, hay que distinguir una “categorización” (adscripción de una raíz a una clase de palabras) contextualizada -sintagmática- de una categorización descontextualizada -paradigmática-. En mi experimento yo testé sólo la segunda. Para testar la primera sería necesario un estudio estadístico de producciones en esperanto, para comprobar qué categorizaciones son más frecuentes... Pero los resultados son bastante predecibles.

6.- Conclusiones y propuestas

Parece obvio que los criterios nocionales juegan un papel importante en las clases de palabras, aunque también es cierto que no permiten una formalización precisa y útil (necesaria, por ejemplo, para el PLN). Despreciar la información semántica en la definición de las clases de palabras es un error equiparable al de conformarse con esa información.

No tiene porqué haber una única clasificación de las palabras. Una clasificación puede ser más útil que otra para según qué fines. La clasificación “monocriterial” estricta tiene ventajas epistemológicas, pero su aplicación se ha demostrado muy problemática. Prueba de ello es el escaso consenso en esta materia. También es posible mantener, con fines pedagógicos al menos, una clasificación “pluricriterial”, que por otra parte es bastante natural. Cuando clasificamos las cosas de un conjunto de cosas, atendemos naturalmente a las propiedades más sobresalientes de cada cosa, aunque estas propiedades no pertenezcan al mismo criterio de observación.

Una última conclusión es que mantener una estricta coherencia de criterio obliga a postular unas clases de palabras necesariamente distintas de las tradicionales, obtenidas al margen de esa coherencia.


Christian

viernes, mayo 13, 2005

El Lojban

Interesantes las hipótesis de creación del lojban... parece que contradicen algo de lo comentado hoy en clase ¿no?

Si bien existen muchos lenguajes artificiales, el lojban posee un número de características que lo hacen único:

* El lojban está diseñado para ser usado por personas para comunicarse entre sí, y posiblemente en el futuro también con computadoras.
* El lojban está diseñado para se culturalmente neutral
* La gramática del lojban se basa en los principios de la lógica.
* El lojban tiene una gramática sin ambigüedades.
* El lojban tiene una ortografía fonética y una resolución inequívoca de sonidos en palabras.
* El lojban es simple en comparación con los lenguajes naturales; es fácil de aprender.
* Las 1300 raíces básicas del lojban se pueden combinar fácilmente para formar un vocabulario de millones de palabras.
* El lojban es regular; las reglas del lenguaje son sin excepciones.
* El lojban intenta quitar restricciones al pensamiento y la comunicación claros y creativos.
* El lojban tiene una variedad de usos, desde lo creativo a lo científico, desde lo teórico a lo práctico.

Coincidencias y Lenguajes

Uno navega por internet, y en mi caso, a saltos siguiendo intereses momentáneos... eso sí abriendo los ojos y descubre cosas extrañas.

Navegando por deviantart encuentro entre la maraña de fotos una de Natalie Portman, y al verla la asocio con la protagonista de "Garden State" una película que me encantó. Busco en imdb y resulta que no sale en la lista de actores, miro la versión extendida del reparto y aparece después pero indicando que no figura en el mismo. ¡Pero si es la coprotagonista! Ha hecho un montón de películas (incluyendo las tres primeras de la guerra de las galaxias) pero parece que no quiere salir en el reparto.

Resulta que mientras hacía las películas ha estudiado psicología en Harvard, aunque ahora sigue sus estudios en Jerusalem...interesante biografía...

Pues ¿dónde están las coincidencias y los lenguajes?... resulta que los idiomas de la película "Garden State" son inglés y klingonés! No que esté traducido a klingonés, sino que los idiomas en que se ha rodado la película son inglés y klingonés! Como la curiosidad de uno no tiene límites pues mira a ver que otrás películas hay en Klingonés y resulta que hay 15. La mayoría, 12, tienen que ver con Star Trek, pero hay tres que no parecen tener nada que ver. Para los más curiosos también hay una versión de la wikipedia en klingonés con 53 artículos, una versión de google, Un instituto del lenguaje... curiosamente parece ser según el texto que he leído que hasta puede que sea una marca comercial! (The Klingon Language Institute is a nonprofit 501(c)3 corporation and exists to facilitate the scholarly exploration of the Klingon language and culture. Klingon, Star Trek, and all related marks are Copyrights and Trademarks of Paramount Pictures. All Rights Reserved. Klingon Language Institute Authorized User.)

Pues siguiendo con la investigación se me ha ocurrido ver cuantas pelñiculas hay en esperanto... se admiten apuestas... pues 13... ¿Tiene esto algún sentido? Un lenguaje inventado por un escritor para... ¿quién sabe? tiene un desarrollo tan impresionante, y otro inventado para servir de comunicación universal tiene un uso tan minoritario... por cierto me alegro de que en esta pequeña lista aparezca Gattaca, una de mis películas favoritas especialmente por su estética.

Por cierto para los que manejáis el Latín, también hay cine para ver... 98 películas! No termino yo de entender esto del imdb y los idiomas...pero si alguien quiere seguir investigando aquí está la lista de los idiomas disponibles. Curiosa la escasez de idiomas con más de 500 películas.

Pues para rematar, tirando del hilo aparece este otro lenguaje, el lojban, pero tranquilos, ¡de momento no parece haber películas en este idioma! aunque parece que las vocales suenan como en español, lo cual es una ventaja!

Eduardo

martes, mayo 03, 2005

el grito

No sé si tiene algo que ver con esto, pero de todas formas me parece interesante.

He leído en el ABC del viernes (lo confieso) que en Noruega ya temen que las dos famosísimas obras de Munch "El grito" y "La Madonna" hayan sido quemadas por los ladrones, para no dejar rastro de sus fechorías... Esta noticia, o este rumor, ha sido seguido de la escalada de lamentaciones de rigor. Digo "escalada" porque, no sé si os habéis fijado, pero ahora, cuando alguien dice "Es una pena", la siguiente persona debe decir "Es una tragedia", la siguiente dirá "Es una catástrofe" y, si dejamos hablar a alguien más, dirá "Es el fin del mundo"...

Bueno, el caso es que desde todas partes se lamenta infinitamente la pérdida de estas "obras maestras" (no sé muy bien qué es eso, pero sigamos). Y yo -que quizá no tengo nada mejor que hacer, ya ves- me pregunto porqué. ¿Por qué damos tanto valor a una imagen que ha sido cienmil veces repetida, que todos conservamos en la retina, y que podemos volver a ver siempre que queramos con un solo golpe de google? Si me apuras, puedo bajar a los chinos un momento y comprarme un póster a tamaño real para adornar mi cuarto.

Tenemos la capacidad de reproducir imágenes, e información en general, con una fidelidad y una facilidad nunca soñadas; pero seguimos aferrándonos al "original", que puede estar incluso más deteriorado que cualquiera de sus copias... Hay gente que paga auténticas fortunas para poseer y coleccionar esos pedazos de tela pintados. Los gobiernos se gastan otro tanto para evitar que esos pedazos de tela pintada sean robados. Y estos dos factores dan razones suficientes para que las mafias se estrujen los sesos para robar esas mismas telas pintadas. Viajamos cientos de kilómetros a países extraños y no se nos ocurre nada mejor que visitar sus colecciones privadas de originales telas pintadas. Muchas veces pagamos entradas carísimas para ver imágenes que podríamos ver desde casa si nos diera la gana. En Bilbao, mi ciudad, hay un museo de reproducciones artísticas: las obras más famosas del arte mundial están allí reproducidas hasta el detalle más ínfimo. Pero no las visita nadie, porque no son "originales". Yo mismo, cuando visité este museo en una excursión de mi colegio, no valoré aquellas "copias" que, siendo exactamente iguales, parecían poquita cosa. ¿Por qué? ¿Somos adictos al fetiche?

No niego el valor de esa imagen de "El grito", una imagen que entra por los ojos un día de nuestras vidas y se queda dentro para siempre; una imagen que es, o puede ser, símbolo de muchas cosas... Pero no creo que el mérito de Munch fuera pintar esa imagen en ESE lienzo. El mérito consiste en la creación de la imagen misma, independientemente de su soporte. Y creo que es una perversión curiosamente extendida (ni yo me salvo) trasladar el valor de la imagen a su soporte físico.

Con esto del nosécuántos aniversario del Quijote (no os preocupéis: dentro de poco celebraremos el nosécuántosmásequis) hemos visto en la tele muestras similares de veneración hacia viejos tochos amarillentos, los ejemplares de la primera edición de esta "obra cumbre" (otra expresión interesante). Preciosamente encuadernados, eso sí, deliciosamente miniados quizá... en suma divinos... Pero no los lee ni el segurata que pasa con ellos toda la jornada. ¿Y para qué sirve un libro que no se lee? ¿Para qué sirve bajo una vitrina? La edición de bolsillo que duerme bajo el polvo en mi estantería tampoco justifica su existencia de esa manera... pero no necesita vitrina, ni segurata, ni homenaje, ni fotos con el rey, ni mantenimiento de la humedad y temperatura en la estancia, ni...

christian

lunes, mayo 02, 2005

Conócete a ti mismo

Acabo de ver un documental de REDES (el especial del programa 300) que me he bajado con el Emule y me han entrado ganas de hablaros de algo. Este programa rara vez aporta respuestas definitivas a las diversas preguntas que trata, pero sí sugiere muchas cosas que alimentan la imaginación y las ganas de pensar sobre cosas.

En este documental en concreto se abordaba el tema de "Los orígenes": El origen del universo, el de la vida y el de la mente. Sobre el origen del universo, la conclusión parece ser que ni sabemos qué ocurrió ni podremos saberlo seguramente jamás, porque no podemos reproducirlo en un laboratorio. El origen de la vida sí parece un poco más fácil de explorar, dicen, porque llevamos camino de poder reproducirlo. (Hace más de 50 años que Stanley Miller consiguió crear aminoácidos en un laboratorio, recreando las condiciones primigenias en la Tierra, aunque desde este experimento no se ha avanzado mucho: no se ha conseguido pasar del aminoácido a la célula...)

Pero lo que más me ha movido a escribiros estas líneas ha sido el tema del origen de la mente. En este punto, Eduard Punset, el presentador y director de REDES, manifestaba desasosiego y algo así como ansiedad, cuando el científico que entrevistaba y él llegaron a la conclusión de que no nos es posible "conocer las cosas en sí mismas", porque todo lo conocemos a través de la mente. La mente sería a la vez nuestro medio de conocimiento y un filtro de la realidad...

Ya lo hemos dicho y oído muchas veces, no es nada nuevo. Cuando se trata de comprender la mente misma, se produce un "círculo epistemológico" (así lo han llamado ellos, pero llamadlo como mejor os parezca), que es esa idea a la que hacía referencia Félix un día en clase, y que parecía dejarlo paralizado: la mente conociéndose a sí misma. Decía Félix que el conocimiento pleno de la mente sería imposible, porque no es posible que algo se contenga a sí mismo. En este programa de REDES, decían que este mismo círculo epistemológico se produce en el conocimiento de otras cosas, como el átomo, por ejemplo: átomos que se organizan para formar un cerebro que estudia el átomo... ("El físico es el instrumento de los átomos para conocer el átomo.")

El problema, la trampa, la falacia escondida, que yo veo en estos planteamientos de circularidad paralizante, es que se basan en una concepción del conocimiento que no es la de nuestro tiempo. Si vosotros mismos os preguntáis qué es conocer, creo que enseguida os daréis cuenta de lo quiero deciros. Conocer algo no significa reproducir ese algo, ni tampoco reflejarlo con absoluta fidelidad. Conocer es una actividad creativa. Conocer significa crear modelos, explicaciones, historias, sobre las cosas, procurando que esos modelos se ajusten al máximo a nuestras percepciones de las cosas. Si me permitís una metáfora traída de los pelos, conocer no es "sacar fotos" sino más bien "pintar al óleo". O, si os gusta más, conocer un tomate no es crear un clon de ese tomate en mi cerebro, sino decir una serie de cosas sobre ese tomate (es rojo, muy jugoso, ideal para las ensaladas, tiene muchas vitaminas...). Por eso, conocer la mente no es esencialmente diferente a conocer un tomate, sólo que en este caso el objeto a conocer es MUY complejo, y además queremos conocerlo con muchísimo detalle. Si un día llegamos a un nivel de conocimiento satisfactorio sobre la mente, esto no significará que haya por ahí un cerebro que se contenga a sí mismo, ni mucho menos. Sólo habrá un número X de cerebros que -hasta cierto punto- compartan una descripción de un objeto natural que es el cerebro humano.

Y, como sabéis, yo no estoy diciendo nada nuevo sobre la naturaleza del conocimiento. Me dedico a repetir lo que he oído o leído de otros... Aunque no recuerde de quiénes. No es más que el modo de entender el conocimiento en el mundo (científico) occidental actual. (Digo "científico", porque es verdad que fuera de este ámbito la mayor parte de la gente cree que en la universidad descubrimos cómo son las cosas... No saben, y preferirían no saber, que todo lo que tenemos son un montón de ideas más o menos trabadas sobre esas cosas... No sólo nosotros -lingüistas, logófilos, gente de "letras"-, también el médico que opera en el quirófano, por supuesto.)

Os decía que lo que me ha incitado a escribiros esto han sido las palabras de Eduard Punset <>, acompañadas de gestos de resignación, decepción, etc. Lo que yo personalmente respondo a esto (y estoy muy sorprendido de que haga falta decirlo todavía) es que por supuesto que podemos "conocer" las cosas, entendiendo por "conocer" lo que os he dicho antes, que es lo que siempre ha sido el conocimiento. Conocer siempre ha sido una creación de descripciones, aunque no hayamos sido siempre conscientes de esto. No es que no podamos conocer las cosas en sí mismas, es que conocerlas no significa poseer esas cosas en nuestras mentes... Conocer no es que lo conocido penetre en nosotros... Conocer es algo mucho más higiénico.

christian